domingo, 18 de mayo de 2014

Adela Basch-Biografía




                                                             Adela Basch

Nació un 23 de noviembre en Buenos Aires. Es Profesora en Letras de la Universidad de Buenos Aires, dramaturga, cuentista y poeta. Su literatura explora, desde el plano humorístico, los diferentes modos de abordar el lenguaje y de reflexionar sobre él. Escribió más de más de sesenta libros para chicos, gracias a los cuales ha sido premiada y distinguida en numerosas ocasiones, por ejemplo, el Premio Argentores por El velero desvelado como mejor obra de teatro para niños estrenada en Argentina en 1982, una mención en el Premio Nacional de Literatura Infantil por el libro El extraño caso del amigo invisible en 1995, el Premio Destacado de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina) por José de San Martín, caballero del principio al fin como texto dramático en 2002 y la Mención Especial por la investigación histórica en Teatro Infantil otorgada por el jurado del Festival de Espectáculos para Niños de Necochea por la misma obra en 2003. En 2010 ganó el Premio Pregonero de Honor por su trayectoria en el mundo de la literatura infantil y juvenil.
"Cuando yo nací era muy chica. Tan, tan chica, que todavía no tenía lugar en mí para guardar ni una sola palabra. Por eso no sabía hablar y menos que menos, escribir. Pero de a poco empecé a escuchar sonidos que significaban algo, y al mismo tiempo comencé a crecer. Y fue habiendo más espacio en mí y las palabras se me empezaron a acercar. Me salpicaban desde todas partes como gotas de agua y yo me las quedaba, porque sabía que había cantidad suficiente para todos.
Algunos de mis primeros recuerdos tienen que ver con las palabras que se me aproximaban cuando alguien me contaba o me leía un cuento y yo me iba guardando las que me gustaban más. Llegó un momento en que tuve tantas palabras adentro que empecé a escribir y a leer por mi cuenta. Eso fue más o menos a los seis años y me llenó de una felicidad desconocida.

Otros de mis primeros recuerdos tienen que ver con la playa. En verano me metía en el mar y me dejaba mojar por las olas, y cada una que iba y venía me cubría con espuma. Cuando la espuma se iba, quedaban palabras. Algunas venían de muy lejos y me hablaban de lugares que yo ni conocía. Otras venían de ahí cerquita nomás. Todas eran lindísimas: arena, caracoles, juego, algas, barco, escollera, muelle, orilla, navegar, sol.

En ese tiempo tenía la sensación de que el mar y los libros se parecían. Ahora que pasaron unos cuantos años, a veces me pregunto qué les podía encontrar de parecido, si son completamente diferentes.
Pero entonces me viene una oleada de recuerdos que me aclara en qué se parecían. Hay libros que me gustaron mucho y que a lo largo de mi vida  volví a leer una y otra vez. Y siempre les encontraba algo diferente aunque eran los mismos que ya había leído. Y cuando miro el mar, me parece que aunque es siempre el mismo, es cada vez distinto.
Esto que acabo de contar son algunas de las experiencias maravillosas que tuve en mi vida. Y lo bueno de la vida es que sé que aunque ya fui al colegio, ya fui a la Universidad, ya viajé un poco por el mundo, ya aprendí a amar y a escribir libros, todavía me esperan muchísimas experiencias nuevas, tan maravillosas que ni las puedo imaginar."

Fuente: http://www.librosalfaguarainfantil.com/ar/autor/adela-basch/

Elsa Bornemann-Biografía




                                         Elsa Bornemann
                                                (15/2/1952-24/5/13)
 

Una de las escritoras más importantes de la Literatura infantil y Juvenil de Latinoamérica.
Nació en Buenos Aires. Fue Profesora en Letras, egresada de la Universidad de Buenos Aires. Ejerció la docencia en todos los niveles, dictó numerosos cursos y conferencias, integró variedad de mesas redondas y jurados. Comenzó a publicar libros libros para niños y adolescentes en los años 70, y su Literatura sigue vigente, siempre recolectando el aprecio de sus lectores que se renuevan generacionalmente. Fue una de las más destacadas escritoras argentinas y recibió por su labor un amplio reconocimiento nacional e internacional. Entre sus numerosos premios se destacan: Lista de Honor del Premio Internacional "Hans Christian Andersen" por Un elefante ocupa mucho espacio, galardón otorgado por IBBY (International Board on Books for Young People) por primera vez para un escritor argentino al considerárselo un ejemplo de literatura con Importancia Internacional (sic); sede Suiza de IBBY, 1976; la Faja de Honor de Sade (Sociedad Argentina de Escritores), 1972, por El espejo distraído; Cuadro de Honor en la selección The White Ravens, Alemania 1988 por El último mago o Bilembambudín; Medalla Alicia Moreau de Justo, Comisión de Reconocimiento Mujeres a Mujeres, 1995, por el conjunto de su obra literaria. Diploma al Mérito del Premio Konex, 1994 y 2004 y Konex de Platino por las décadas 1984-1994 y 1994-2004.
Falleció en Buenos Aires el 24 de mayo de 2013.

Fuente: http://www.librosalfaguarainfantil.com/ar/autor/elsa-bornemann-5/

Laura Devetach-Biografía





Laura Devetach


Nació en la provincia de Santa Fe. Es Licenciada en Letras Modernas, por la Universidad Nacional de Córdoba. Ha escrito cuentos, obras de teatro y libretos de televisión, además de realizar un importante trabajo de recopilación de relatos, poemas, dichos y coplas populares. Colaboró en los medios Clarín, Vivir, Billiken y Humi. Fue directora de colecciones de libros para niños; coordinadora de talleres de escritura y grupos de reflexión sobre temas de Literatura y Literatura para niños; coordinadora de talleres y encuentros con niños y adultos en todo el país; panelista invitada en congresos nacionales e internacionales.
Entre sus obras para adultos se encuentran Oficio de palabrera y Se me pianta un lagrimón. Entre las obras para chicos, La torre de cubos; Monigote en la arena; Quién se sentó sobre mi dedo; Un cuento puaijjj; Muchas patas; El ratón que quería comerse la luna; Una caja llena de....; Cuentos que no son cuento; El paseo de los viejitos; El hombrecito verde y su pájaro. Recibió muchísimos premios, entre ellos, Integrante de la Lista de Honor de la Organización Internacional para el libro juvenil (IBBY) 1986, y Premio Casa de Las Américas 1975, en el rubro Literatura infantil-juvenil, por Monigote en la arena. Premio estímulo a la producción literaria Fondo Nacional de las artes 1964, por La torre de cubos. Premio Argentores 1972, por Bichoscopio, Buenos Aires. Premio Trayectoria – ALIJA. Lista de Honor de ALIJA 1993, por el texto de Milongas tamaño alpiste, poemas. Lista de Honor de ALIJA, 1996 por Libro Total: Pobre Mariposa y Se me pianta un lagrimón. Su libro teórico La construcción del camino lector recibió la distinción Destacado ALIJA 2008.

Fuente: http://www.librosalfaguarainfantil.com/ar/autor/laura-devetach/

María Elena Walsh-Biografía




María Elena Walsh

    (01/02/1930 - 10/01/2011)
 
 
 

 
Escritora argentina
Nació el 1 de febrero de 1930 en Ramos Mejía, Buenos Aires.

Cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Desde 1945 publica sus primeros versos en la revista El Hogar, Sur y el diario La Nación. En 1947 editó su primer libro, Otoño imperdonable. En 1948, viajó a los Estados Unidos y en 1952 se radica en París, donde junto a Leda Valladares difunden el folclore argentino.

Desde 1959 trabaja como guionista para televisión, escribe obras de teatro y canciones para niños como Canciones para mirar, Doña Disparate y Bambuco. Sus canciones forman parte del bagaje cultural de los mayores y de los chicos. Muchas bibliotecas escolares llevan su nombre. Sus libros: El reino del Revés, Tutú Marambá, Zoo Loco, Dailan Kifki, Chaucha y palito, Los Poemas y Novios de antaño, entre otros fueron traducidos a otros idiomas. La editorial Alfaguara de Argentina lanzó en septiembre de 2000, la colecciónAlfaWalsh que reúne toda la obra infantil de la escritora argentina.

Recibió el Premio Municipal de Poesía, el Gran Premio de de Honor de SADAIC y el del Fondo Nacional de las Artes, entre otros.  Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba. 

María Elena Walsh falleció el 10 de enero de 2011 a los 80 años en Buenos Aires tras una larga enfermedad. 
Obras seleccionadas

Para adultos


Otoño imperdonable (1947)
Apenas viaje (1948)
Baladas con Ángel (1951)
Casi milagro (1958)
Hecho a mano (1965)
Juguemos en el mundo (1970)
Novios de antaño (1990)
Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes (1993)
Fantasmas en el parque (2008)
Literatura infantil Doña Disparate
El Romance Del Enamorado y La Muerte
La mona Jacinta
La familia Polillal
Tutú Marambá
Circo de Bichos
Tres morrongos
El reino del Revés
Zoo loco
Cuentopos de Gulubú
Dailan Kifki
Versos para cebollitas
Versos folklóricos para cebollitas
Aire libre. Libro de lectura para segundo grado
Versos tradicionales para cebollitas
El diablo inglés
Angelito
La sirena y el capitán
El país de la geometría
Chaucha y palito
Veo Veo
Bisa vuela
Los Glegos
La nube traicioner
Pocopán
Una jirafa filarmónica
Un gato de la luna
La plapla
El paquete de Osofete
Martín Pescador y el delfín domador
Historia de una princesa, su papá y...
El gatopato y la princesa Monilda
La foca loca
El enanito y las siete Blancanieves
Don Fresquete
Manuelita ¿Dónde vas?
Manuelita la tortuga
Osías el osito
El Mono Liso
El gato que pesca
El show del perro salchicha
La reina Batata
Hotel Pioho's Palace
 

LA H PIDE LA PALABRA

La H pide la palabra - María Elena Walsh
El Congreso Anual de Vocales y Consonantes se desarrollaba con tranquilidad, cuando la H estiró una mano para pedir la palabra.

—Te escuchamos —le dijo la T, que presidía el encuentro.

La H carraspeó y, sin timidez, expuso:

—¡Estoy harta de ser silenciosa! ¡Quiero sonar!

El alboroto alfabético que se armó fue tremendo. La T llamó al orden y pidió a la H que se explicara mejor.

—Y… sí. todas tienen sonido. Yo, nada. Chicas, aparezco en palabras tan importantes como “hijo”, “hogar” e incluso “hablar”, pero la gente ni me pronuncia y son pocos los que se acuerdan de mí y me utilizan al escribir. ¡Exijo mi derecho a sonar! Aunque sea parecido a otra letra.

—¿Y yo, qué? Sueno a U o a V. Si estaré en treinta palabras es mucho. Y no me quejo —le retrucó la W.
—No sabés el dilema que es compartir un sonido con otras —dijo la Q mirando de reojo a la C y la K, que asentían con las cabezas.

—A mí me pasa lo mismo. Encima somos víctimas de los horrores de ortografía —agregó la Z que compartía un triste destino con la S y la C.

—¡Yo, en minúscula, tengo punto como la J y no me hago tanto drama! —agregó la I—. Aunque confieso que es injusto que la U a veces se dé el lujo de tener dos y se las tira de ser otra letra.

—Tenés dos patas y dos brazos. Yo no puedo decir lo mismo —le gritó la M que vivía renegando por su parecido con la N y la Ñ, que además tenía sombrerito.

La H seguía emperrada.

—No me importa. Necesito un sonido que me dé personalidad. Dependo del lápiz o la lapicera y eso no es vida. ¿A quién le gusta depender de otro?

El resto del abecedario se miró. Algo de razón tenía. La T volvió a tomar el control.

—¿Qué sonido se te ocurre, querida?
—No sé, me gusta el de la F…

—Ah, no, yo no cedo nada —se excusó la F que ya había batallado con la H por el derecho de la palabra “fierro”, entre otras.

—También me gusta el de la V.

—¿La alta o la petisa?

—La de “vaca” —respondió la H.

—Te entendemos, pero ninguna puede cederte su sonido. Se me ocurre que tendrás que salir a buscarte uno propio —sugirió la D, muy comprensiva.

A la T, la propuesta le pareció aceptable.

—Eso, tenés un año, hasta el próximo congreso, para encontrar un sonido para sonar.

Todas estuvieron de acuerdo. La H fue a su casa, armó las valijas y partió a buscar lo que tanto quería. Se le ocurrió que el viento podría prestarle alguno de sus tantos sonidos. Con bufanda, guantecitos y pasamontaña viajó al Polo Sur, donde el viento tiene su residencia de invierno. Luego de explicarle, el tipo le dijo que encantado, pero no le convenía.

—Si te cedo algún sonido, cuanto te pronuncien van a volar sombreros, papeles, hasta techos. La gente evitará usarte.

A la H le pareció razonable. Se fue a hablar con el mar. En malla, ojotas y lentes oscuros, llegó a la playa. Bajo una sombrilla escuchó cómo el mar la convencía de lo poco conveniente de sonar como un choque contra las rocas, un tifón o un maremoto.

—Cada vez que te usen cundirá el pánico.

A la H le sonó coherente. Se fue a ver a las aves. Los pájaros le explicaron que ellos vivían cantando y eso no era apropiado para una letra.

—Imagináte los tímidos. ¿Y los que desafinan? —le dijo un canario— ¿Quién va a usar una letra que suena a cacareo de gallina o graznido de cuervo?
Tenía razón. Así como los animales de la selva, el desierto y la montaña. A los del fondo del mar ni los consultó. El fuego, la música, los insectos hasta las máquinas también lograron convencerla con sus argumentos.

Así, yendo y viniendo, pasó un año. La H seguía sin sonar. Frustrada, se sentó en un paraje solitario y lloró. Entonces, sintió un zumbido que no sonaba pero estaba. Era el silencio. Ni se le había pasado por la cabeza consultarlo. A decir verdad, como causante de su dolor, no podía ni verlo… ni escucharlo.

Al notarla tan decaída, el silencio hizo lo que nunca: habló.

—Yo me sentiría orgullosa de ser silenciosa. No es un defecto, es una virtud.

—Habría que preguntarle a un mudo si piensa lo mismo —le reclamó la H con agresividad.

—Que no suenes no quiere decir que no existas —insistió el otro—. El sol brilla en silencio y a nadie le es indiferente. Las estrellas van y vienen calladitas. ¿Y alguien las olvida? Las flores y las plantas crecen sin conversar. Los artistas crean en silencio y muchas, muchísimas veces, es mejor callarse que decir algo. En silencio se piensa, se ama, se madura, se lee. Los colores y los perfumes no necesitan sonar. A nadie mata el silencio. Es más, detrás de mí hay un universo de emociones y sentimientos que se expresan sin decir ni mu… El silencio es una puerta o una ventana. No es mudo, querida —dijo y se calló.

La H pensó bastante en eso y cuando estuvo nuevamente frente a su pares alfabéticas, les repitió esos argumentos y comunicó su decisión de seguir sin sonido.

—El silencio significa muchas cosas. Tanto como las palabras —concluyó.

Las otras letras chillaron, gritaron, pero la H no dijo más nada. Solo cuando todas se miraron, en silencio, comprendieron.
Fuente: http://literatureandounrato.blogspot.com.ar/2010/06/la-h-pide-la-palabra.html

LA LUNA SE CAYÓ

Autora: Laura Devetach

                             LA LUNA SE CAYÓ

Un día el granjero de la granja puso un melón sobre el techo para que madurase al sol.
Allí estaba el melón, madurando. Y era tan redondo que parecía una luna.

Una luna color melón, brillando en medio de la mañana.

El viento del verano iba y venía sobre la casa, sobre el techo y sobre el melón.
“Din don, campanón”, se hamacaba el viento. “Din don, campanón”, se hamacaba el melón con el viento. Y era como si la luna se hamacase en el techo.

Por el lado más verde del campito, galopando y caracoleando, llegó el burro de la granja y frenó el trote cuando vio el melón hamacándose sobre el techo. Lo miró, lo miró, y dijo muy preocupado:
–¡La luna se descolgó del cielo! ¡Esta noche la granja se quedará sin luna!


“Din don, campanón”, se hamacaba muy tranquilo el melón.
–¡Quieta, luna, que te caes! –gritó el burro estirando el cogote para que la luna lo escuchara.
“Din don, campanón”, se hamacaba el melón.

Y hamacándose, hamacándose... ¡pácate! cayó a los pies del burro y se quedó con el cabo para arriba.
–¡Firuletes! –dijo el burro muy afligido–. La luna se descolgó y solito no la cuelgo yo. Voy a llamar al chivo para que me ayude a colgarla del cielo.

Y el chivo vino sacudiendo su cabezota con cuernos y moviendo la cola como un molinete.
–La luna se descolgó y solito no la cuelgo yo –dijo el burro–. Te llamé para que subas sobre mi lomo y me ayudes a colgarla en el cielo.

Y el chivo, tomando el melón por el cabo, subió sobre el burro y se estiró y se estiró para llegar al cielo. Pero no llegó.
–¡Firuletes! –dijo–. Llamaré el perro para que nos ayude.
lomo y nos ayudes a colgarla –le dijo el chivo.

Y el perro trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
–¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al gato para que nos ayude.

Y el gato vino haciendo rulos con su hermoso lomo.
–La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado. Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colocarla –dijo el perro.

Y el gato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
–¡Firuletes! –dijo muy afligido–. Llamaré al pato.

Y el pato vino dando vueltas y vueltas como una calesita.
–La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el gato–.
Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colgarla.

Y el pato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
–¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al granjero, que tiene una escalera muy alta.

–La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el pato al granjero–. Queremos que con tu escalera nos ayudes a colgarla otra vez.

Y el granjero apoyó la escalera y trepó y trepó hasta llegar al pato que sostenía el melón por el cabito, allá arriba. Y lo miró y se puso a reír como loco y el pato también miró y se echó a reír como loco.
Y el pato sobre el gato y el gato sobre el perro y el perro sobre el chivo y el chivo sobre el burro, todos, miraron de nuevo. Y se echaron a reír.

–¡Es un melón, es un melón!
 
El granjero puso de nuevo el melón sobre el techo para que siguiera madurando. Y mientras todos seguían riéndose, el melón se hamacaba sobre el techo.

Esa noche la granja tuvo dos lunas.


FIN ✿◕‿◕✿
 
 
 
 
 

 

EL HOMBRECITO VERDE Y SU PÁJARO

Autora: Laura Devetach

                                             EL HOMBRECITO VERDE Y SU PÁJARO

El hombrecito verde de la casa verde del país verde tenía un pájaro.

Era un pájaro verde de verde vuelo. Vivía en una jaula verde y picoteaba verdes verdes semillas. El hombrecito verde cultivaba la tierra verde, tocaba verde música en su flauta y abría la puerta verde de la jaula para que su pájaro saliera cuando tuviera ganas.

El pájaro se iba a picotear semillas y volaba verde, verde, verdemente. Un día en medio de un verde vuelo, vio unos racimos que le hicieron esponjar las verdes plumas.

El pájaro picoteó verdemente los racimos y sintió una gran alegría color naranja. Y voló, y su vuelo fue de otro color. Y cantó, y su canto fue de otro color.

Cuando llegó a la casita verde, el hombrecito verde lo esperaba con verde sonrisa.
–¡Hola, pájaro! –le dijo.

Y lo miró revolotear sobre el sillón verde, la verde pava y el libro verde. Pero en cada vuelo verde y en cada trino, el pájaro dejaba manchitas amarillas, pequeños puntos blancos y violetas.

El hombrecito verde vio con asombro cómo el pájaro ponía colores en su sillón verde, en sus cortinas y en su cafetera.

–¡Oh, no! –dijo verdemente alarmado.

Y miró bien a su pájaro verde y lo encontró un poco lila y un poco verde mar.

–¡Oh, no! –dijo, y con verde apuro buscó pintura verde y pintó el pico, pintó las patas, pintó las plumas.

Pero cuando el pájaro cantó, no pudo pintar su canto.
Pero cuando el pájaro cantó, no pudo pintar su canto.

Y cuando el pájaro voló, no pudo pintar su vuelo.

Todo era verdemente inútil.

Y el hombrecito verde dejó en el suelo el pincel verde y la verde pintura.

Se sentó en la alfombra verde sintiendo un burbujeo por todo el cuerpo. Una especie de cosquilla azul.

Y se puso a tocar la flauta verde mirando a lo lejos.

Y de la flauta salió una música verde azul rosa que hizo revolotear celestemente al pájaro.


FIN ✿◕‿◕✿

Fuente: http://bibliopequeitinerante.blogspot.com/2012/10/2-cuentos-de-laura-devetach.html